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La pérdida de apetito durante una enfermedad es una respuesta evolutiva y fisiológica del sistema inmunitario. Según los expertos, esto se debe a que el cuerpo prioriza la supervivencia y la protección de los tejidos frente a la inflamación, ajustando su forma de obtener energía.
Para acelerar la recuperación, los especialistas recomiendan una dieta saludable y equilibrada, con porciones pequeñas y frecuentes que incluyan proteínas, carbohidratos y al menos una fruta o verdura. La hidratación constante con líquidos descafeinados y bebidas con electrolitos también es fundamental.
Alimentos como la sopa de pollo, las frutas ricas en vitamina C y el pescado azul, que contiene vitamina D, pueden fortalecer el sistema inmunitario y aliviar algunos síntomas. Sin embargo, los expertos advierten que la tolerancia individual a ciertos alimentos, como la capsaicina, es clave.
Respecto a los suplementos, si bien el zinc puede reducir la duración y severidad de algunos virus, su uso debe ser supervisado por un profesional de la salud para evitar efectos adversos. En general, la mejor estrategia es escuchar las señales del cuerpo, descansar cuando se siente cansancio y comer lo que se tolere.
